6 ene 2015

Restaurante Cavia (El Campello)

Siguiendo una recomendación de un conocido decidimos probar suerte en el Restaurante Cavia en la playa de El Campello. El paseo es agradable: una playa tranquila de invierno y un sol tibio nos acompañaron por el paseo marítimo hasta las puertas de este pequeño y anticuado restaurante. Durante el trayecto tuvimos la tentación de olvidar la recomendación y entrar en alguno de los locales que sirven comida mediterránea y que abundan en los pocos metros recorridos desde el aparcamiento. Quizá hubiéramos disfrutado más de haberlo hecho...
El local no tenía ningún encanto. En la carretera habíamos visto un anuncio del restaurante que proclamaba su antiguedad: abierto desde 1962, creo recordar. Toda una hazaña en el proceloso mar de la hostelería costera. Quizás por eso el restaurante permanece inmutable en su sencilla decoración  sin gusto ni concierto. Quizás no lo necesitan.
Nos sirvieron una ensalada sabrosa y un entrante de allioli, tomate y pan muy sabrosos.



El vino de la casa -no consultamos la carta de vinos- era un Palacio de Viveros que se puede comprar en cualquier supermercado por 1,80. No obstante, como el humor era bueno y el sabor también, lo bebimos con gusto, esperando el caldero de arroz con bogavante que ofrecían como oferta estrella de su menú.
El caldero estaba sabroso, correcto. Los pedazos de bogavante eran los justos para dar un sabor suave, no intenso, al arroz caldoso. El arroz tenía el grado justo de dureza. Fue una buena elección.
Los postres, no obstante, carecen de calidad. Tomé una tarta de queso que era, con toda certeza, industrial y que sabía demasiado a nata. No pidáis el menú completo!
Pero la sorpresa desagradable fue la cuenta. El vino, que no estaba en el menú, nos costó 17.50. Cuando pedí una explicación el camarero, esquivo y seco, me comentó que ése era el precio de todos los vinos de Rueda. Fue evidentemente un engaño para hinchar la factura.
Pese a la comida correcta y sabrosa, ni la atención ni el local ni el coste justifican una vuelta. Así que decimos adiós al Cavía. No volveremos.

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